Confundir autoestima con Valentía

Estoy leyendo un libro de Raimon Samsó.
De hecho, te recomendaría cualquiera de los más de 40 que ha escrito. Este se llama “El Código de la Autoestima” y, aunque suene a topicazo, me ha dado una bofetada (de las buenas).

Toda la vida pensé que tenía la autoestima por las nubes.
“¿Cómo no voy a tenerla alta si me subo a un escenario a hacer reír?” —me decía a mí mismo.

Pero ahora lo veo claro:
Eso no era autoestima. Era valentía.
Y sí, valiente soy. Mucho.

Y no solo porque trabaje como monologuista profesional para eventos (que también tiene lo suyo).
Sino porque, aunque me veas sobre el escenario haciéndote reír en una actuación para empresas o bodas, también hay momentos en los que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo con mi vida.

¿Te puedes creer que durante años me costaba mirarme al espejo?
Que me odiaba. Que si hubiera podido darme un puñetazo, me lo habría dado.
Una locura.
Pero también una verdad.

La buena noticia es que ya no huyo de eso. Lo he mirado de frente.
¿Y cómo lo estoy solucionando? Fácil:
—Me he comprado un Ferrari, me estoy ciclando en el gimnasio y me meto farlopa.

¡ES BROMA! ¡Soy cómico, no reguetonero!

¿Te imaginas? El «anticoach»:

—“Venga, hoy te toca tomar estos esteroides, alquila un Ferrari, cómprate unos gramos y llama a tres escorts… verás cómo sube tu autoestima”.
(podría dar para un sketch de esos que hago cuando me contratan como humorista…)

Ahora en serio:
Estoy metido en algo que hasta hace poco ni sabía que existía: el desarrollo personal.
Y no, no es postureo moderno.
Aunque mi abuela habría dicho:
—“¡Qué cosas se inventan ahora, hijo!”

Tampoco es fácil para un tío como yo —de los de antes, de los que no hablaban de emociones, de los que solo sabían tirar p’alante— admitir que también hay que cuidarse por dentro.
Que la mente también se entrena.
Que no solo hay que ir al gimnasio: hay que ir hacia uno mismo.

¿Y sabes qué?
Ahora hasta medito.
¡Yo! ¡Meditando!
Eso sí, aún no llego al viaje astral…
Si salgo del cuerpo, lo máximo que alcanzo es la vuelta de la esquina.

Este mail es solo para decirte algo simple pero real:
Aunque me veas actuando con seguridad, con risas aseguradas, ya sea en un evento privado, una gala benéfica o una empresa, también tengo mis vulnerabilidades.
También dudo. También me rompo.

Y por eso he decidido compartir más cosas íntimas contigo en este blog.
Porque no tengo miedo.
Porque esto es lo que hay.
Porque esto es lo que soy.

 ¿Te gustaría hacer reír, pero también decir algo que importe?

Si llevas tiempo pensando que tú también tienes algo que contar…
Si te gusta hacer reír a la gente, pero no sabes cómo estructurar un monólogo…
O si hablas en público, pero te gustaría conectar mejor, tener más impacto o incluso subirte a un escenario sin temblar…

Entonces puede que te interese esto: hago mentorías personalizadas para personas que quieren aprender a usar el humor como herramienta.
Para hablar mejor.
Para comunicar con más verdad.
O incluso para crear su propio show.

🎙 No importa si nunca te has subido a un escenario.
🎯 Lo importante es que tengas algo que contar y ganas de trabajarlo conmigo.

Si te interesa, escríbeme.
Tendremos una primera charla gratuita de media hora y vemos si puedo ayudarte.

Y si no… pues al menos nos echamos unas risas, que tampoco está mal.